See English version: “How I would like an artist's production were managed” – by Roberto
Imperatore (“Toto”).
Ante todo debo decir que no soy un productor
artístico, ni manager de artistas, ni representante, ni “prensa”. Soy sólo un
observador, que en algunas etapas relativamente breves de mi vida –la actual
por ejemplo–, he acompañado a mis amigos músicos y colaborado con ellos,
como amateur, en cuestiones afines a la producción artística. Permítanme
aclarar que cuando digo “artista” apunto centralmente a la arena musical, y más
específicamente a la de la música popular. Creo, sin embargo, que varios de los
conceptos que introduzco aquí pueden ampliarse a otras disciplinas.
Seguidamente quiero rememorar una conversación que
tuve con Martin Rea, en la primera
década de este siglo, cuando asistía al curso de Management de Rock que él daba
en el instituto Artilaria de la Ciudad de Buenos Aires,. Le
comenté entonces que, si ésa fuera mi ocupación (cosa que, reitero, no es)
seguramente no querría ser “Manager” de una banda o de un número artístico,
sino “Productor”, en un sentido más abarcador. El maestro sopesó mi planteo, y
observó que, al ampliar el involucramiento, seguramente iba a invadir
territorios que el artista considera propios –en los que, hasta por una
cuestión de ego, no toleraría injerencia. Martín enseñaba management,
pero él como profesional va mucho más allá de eso y la realidad inmediata se
encargaría de demostrarlo.
Según mi punto de vista hay cuatro áreas en
la gestión de la producción de un artista. Dos de ellas son mayormente
“blandas”, en las que predominan conceptos, ideas, contenidos. Dos de ellas son
mayormente “duras”, orientadas a la acción, en las que predomina la actividad
física, tangible. Las cuatro áreas están interconectadas íntimamente; las
decisiones que se toman en una de ellas influyen en las restantes. Las áreas
“conceptuales” son básicamente preparatorias y condicionan lo que sucede en las
“instrumentales”. Estas últimas operan la llegada directa al público,
retroalimentan a las primeras a partir de la experiencia, y proveen el
necesario “chequeo de la realidad”. Los procesos de gestión fluyen a través de
las cuatro áreas. En la gráfica que encabeza esta nota, las funciones que
detallo debajo de cada área pueden, en más de un caso, ser intercambiables.
La primera, que es blanda, cubre la Orientación
Ética-Estética del artista. Pienso que esto es lo que mi profe Martín veía
principalmente como algo privativo del artista. Efectivamente: el artista toma
posturas “naturalmente” en este terreno; son el fruto de su identidad, de su
inspiración, de lo que brota de su interior, de sus convicciones, de su
experiencia con el “afuera”, de lo que recibe de la interacción con su
audiencia. ¿Qué puede agregar un tercero, por más cercano al artista que sea?
Por otra parte: el artista, ¿va a permitirle aportar? Yo digo que sí; creo que
el “productor” puede proponer, y mucho. En este campo las decisiones, además de
la subjetividad del artista y su intuición, además de lo emocional, toman en
cuenta componentes racionales. No se trata de imponer, como hacían las antiguas
compañías discográficas, sino de proponer. Por eso elegí la palabra “orientación”,
que vale tanto en el sentido de “rumbo” como en el sentido de la contribución
que puede hacer la producción: orientar, no tomar el volante y conducir.
La
elección del repertorio, por ejemplo: ¿qué temática va a tratar el artista,
romántica, intimista, metafísica, tradicionalista, social, ambientalista, de
género, aborigenista? ¿Y cuánto de cada ingrediente? Hay artistas que hacen de
la adhesión a un movimiento político, o incluso a un figura política, el mástil
de su carrera. Otros evitan una referencia política personalizada cuando
incursionan en temas sociales. Las composiciones propias, si son de buena
calidad, robustecen la identidad del artista; entonces, ¿cuánto propio en el
repertorio y cuántos “covers”? Mercedes Sosa fue la más grande de
Argentina y no era autora; ella seleccionaba de manera brillante un repertorio
de bellas canciones en que potenciaba el lucimiento de sus sobresalientes dotes
interpretativas. ¿Cómo, a través del tiempo, el artista planea el desarrollo de
sus capacidades para hacer cada vez mejor lo que hace, o para hacer nuevas
cosas? ¿Qué imagen proyecta y cómo la defiende y fortalece con su conducta a
través de su trayectoria?
La segunda área, también blanda, es Prensa y
Difusión. Dar a conocer, publicitar y posicionar al artista en los medios
de comunicación, en las redes, en eventos, en su merchandising. Administrar sus
comunicaciones y sus relaciones públicas e institucionales.
La tercera es un área “dura”: el Management
del artista en el sentido específico que planteaba mi profe Martín. O sea, cómo
poner al artista arriba de los escenarios, manejar su agenda de actuaciones,
organizar giras, negociar y gestionar sus contratos (incluido el cobro de
acuerdo a cada modalidad contractual) y todos los aspectos de los espectáculos
en los que participará.
Finalmente, la cuarta área es también dura. Consiste
en la generación de Entregables, los productos específicos para
distribuir y comercializar al público. Albumes de pistas de audio en la forma
de CDs, EPs o las plataformas más apropiadas para su divulgación y
comercialización, videos. Toda la gráfica y la literatura asociada a cada
entregable. Y, por supuesto, disponibilizar las instalaciones, personal,
insumos y organización necesarios para la producción de cada entregable –desde los
estudios de grabación y los videístas hasta los músicos acompañantes, artistas invitados, técnicos, etc.
Lo dicho arriba pertenece al mundo de las
aspiraciones. Esfuerzo y dinero son recursos limitados, no se puede hacer todo
al mismo tiempo (mejor dicho, sólo alcanza para hacer un puñado de cosas). El
medio es cruel y abusador, espera que el artista esté dispuesto a resignar la
remuneración que, con justicia, le corresponde por el trabajo, y que consienta
actuar gratis o por pagas miserables “para mostrarse”. Habrá que establecer
prioridades y decidir por dónde comenzar en ambientes de escasez. Lo importante
es que quienes se encarguen de la producción del artista no pierdan de vista el
panorama completo y entiendan cómo cada esfuerzo que se haga, cada paso adelante,
se articula con el esquema general. La única forma de decidir qué viene después.
See English version: “How I would like an artist's production were managed” – by Roberto Imperatore (“Toto”).
See English version: “How I would like an artist's production were managed” – by Roberto Imperatore (“Toto”).
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